En templos de la cultura se han convertido algunos escenarios de Ibagué, repletos de historia y que por años han abierto sus puertas a los duetos y grupos que llegan al Tolima para participar en uno de los certámenes que mejor le rinde tributo al tiple y la guitarra: el Festival Nacional de la Música Colombiana, un evento que se formó en 1987 para recordar al legendario dueto Garzón y Collazos, conformado por los maestros Darío Garzón y Eduardo Collazos.
Esos escenarios que están en el corazón de los tolimenses, declarados Patrimonio Cultural y Artístico de la Nación, son la Sala Alberto Castilla del Conservatorio del Tolima, el Teatro Tolima, concha acústica Garzón y Collazos y el parque Manuel Murillo. Con ubicación privilegiada se encuentran en el Centro de la ciudad, en un corredor donde solo se respira música y cultura.
“Son templos de la música colombiana y la cultura, hacen parte de nuestra identidad, y los tolimenses los llevamos en el corazón”, afirmó Doris Morera de Castro, presidenta de la Fundación Musical de Colombia, entidad que le ha dado vida al Festival Nacional de la Música Colombiana, un evento cuyos atractivos son el Concurso Nacional de Duetos Príncipes de la Canción y el Concurso Nacional de Composición Leonor Buenaventura.
“La sangre me hierve cuando hago sonar el tiple y la guitarra en ese lugar, donde interpreto las canciones de mi padre”, afirmó Alfredo Collazos, integrante del dueto Ramírez y Collazos. Por lo general, este sitio se convierte en el escenario propicio para la premiación y clausura del Festival con presentación de duetos y artistas de talla nacional.
A pocas cuadras está la sala Alberto Castilla del Conservatorio del Tolima, construida en homenaje a este hombre ilustre, fundador y director de este templo de la música, uno de los pocos en el mundo que ofrece bachillerato musical. Es otro de esos lugares con estilo republicano que alberga eventos destacados del Festival, como el homenaje que se brindó este año al pintor Darío Ortiz Robledo.
En la carrera Tercera con calle 12, la única vía peatonal de Ibagué, está el Teatro Tolima, otro coloso de la cultura dotado para conciertos de música, zarzuelas, operas, ballet, obras de teatro y hasta para artistas de rock y humor.
Édgar Rojas, integrante del dueto Rojas y Mosquera, lleva en su alma este escenario con capacidad para 1.000 personas, donde él ganó, en 2008, el concurso Príncipes de la Canción con bambucos y pasillos del maestro Rodrigo Silva. De este monumento, como él lo llama, tiene miles de recuerdos.
Ese año cantaron el repertorio del maestro Rodrigo Silva, como El Remolino, Clamor de Pueblo y Viejo Tolima, por lo que los asistentes al Teatro, “de pies, aplaudían y daban vivas a la música colombiana”.
“El Conservatorio es un sitio sagrado, construido para formar a los mejores músicos”, aseguró el maestro César Augusto Zambrano, director musical del Festival Nacional de la Música Colombiana y destacó que la Sala Alberto Castilla está adornada con 16 óleos con retratos de los más grandes genios de la música clásica, pero también ha sido semillero de cientos de maestros, directores y compositores.
Muy cerca de allí se levantan otros dos testigos del desarrollo musical del Tolima: el parque Manuel Murillo Toro, ubicado junto a la Gobernación, y el Parque de la Música, cerca de la Alcaldía de Ibagué y el Palacio de Justicia.
El Parque, en honor al ex Presidente de la República, Manuel Murillo Toro, ha sido el punto de reuniones políticas, pero también ha servido como escenario para mostrar la riqueza folclórica y gastronómica del departamento con eventos de tradición como el Día del Tamal o el Día del Sombrero Tolimense.
“En el Parque Murillo Toro tocaron orquestas de renombre, como Los Hispanos, Los Corraleros de Majagual y Los Ocho de Colombia, pero en este espacio también han sonado los bambucos y pasillos de nuestras bandas tradicionales”, dice un pensionado de 84 años que a diario frecuenta el lugar.
Para complementar este mundo de los duetos y la música colombiana, si lo desea, puede darse conocer sitios turísticos de la ciudad, como el cañón del Combeima, ubicado en la vía al Nevado del Tolima, un lugar maravilloso, repleto de cascadas y mucha naturaleza, pero allí también encontrará infinidad de restaurantes con el inconfundible sabor de la cocina tolimense.
Si prefiere planes familiares de descanso puede ir al municipio de Mariquita que ofrece mucha diversión en las Cataratas de Medina, creadas por el río del mismo nombre y ubicadas a 4 kilómetros de la zona urbana, donde los restaurantes ofrecen sancocho de gallina preparado en leña a orillas de esta maravilla natural. Si busca un paseo de olla puede darse un chapuzón en los balnearios Lumbí, Cancún y Villa del Río.
El municipio de Espinal, famoso por la preparación de la mejor lechona tolimense, es otra buena opción para complacer su paladar, pero también está Honda, una población a orillas del río Magdalena que ofrece lugares de inmenso valor histórico, donde también podrá degustar el sancocho de bagre, capaz y bocachico a orillas del afluente.
En un recorrido que sale de Ibagué en medio de paisajes encantadores puede darse un paseo por los municipios de Alvarado, Lérida, Venadillo y de paso conocer las ruinas de Armero destruido por una avalancha en 1985.En estas zonas encontrará fincas de descanso, balnearios y hoteles con tarifas cómodas para la familia.